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08 de Julio, 2008 · General

Legitimidad y legitimación del gobierno

 ¿Cuestionar o discutir la legitimidad del gobierno de Cristina Fernández? No es tiempo ya, ni oportuno el momento. Correcto hubiese sido hacerlo seis meses atrás, denunciando fraude u operaciones obscuras al momento de la elección y el escrutinio de los sufragios.

Entonces a nadie se le ocurriría hacerlo hoy, por lo que expresiones en tal sentido son poco menos que desatinadas. Lo que sí corresponde decir, es que, una relativa mayoría de apoyo del padrón electoral a la propuesta encabezada por CFK, no significa que el resto del electorado -ni funcionarios que representan otras propuestas- deban acatar, acompañar, compartir, las decisiones unilaterales adoptadas por aquella mayoría “a libro cerrado”. A no confundirnos.

Cuando hablamos de nuestra democracia, afirmamos que son sus pilares los partidos políticos, así lo expresa la Constitución Nacional. En la práctica, significa que quien obtiene mayoría de votos, accede al poder ocupando los cargos de mayor importancia, en cada distrito electoral; quienes por el contrario, obtienen porcentajes minoritarios, ocupan los restantes de acuerdo a métodos de representación y proporcionalidad, conformándose un panorama político tanto más heterogéneo, cuanto mayor es la cantidad de fuerzas que participan de la contienda. Esto no determina que el partido que es oficialismo a nivel nacional, lo sea en el resto de las provincias o municipios, por ejemplo.

El peligro -considerando la amenaza para el buen funcionamiento del sistema democrático- se da cuando las mayorías de cualquier partido, resultan ampliamente superiores frente a las fuerzas opositoras, al extremo de contar con quórum propio en Parlamentos (cámaras alta y baja), Concejos Deliberantes, de manera que al momento de tomar decisiones, se impone casi por defecto el voto mayoritario (generalmente “bloquista”) evitando, omitiendo y desestimando la instancia más importante en todo el proceso de gobierno: “EL DEBATE, LA DISCUSION, EL DIALOGO. LA NEGOCIACION, NO EL NEGOCIADO”.

Eso es lo que sucede hoy en Argentina. Y peor aún, es lo que la Sra. Presidente y su esposo, intentan imponernos como “el adecuado funcionamiento de la democracia, el buen rumbo de un modelo nuevo de país, y la única alternativa para vivir con justicia, igualdad y comer a buen precio en cada mesa argentina”. A cambio, sólo tenemos que aceptar las reglas de juego que a dos o tres personas se le antojan, aunque en cada elección votemos por interminables “listas sábanas”, en las que conocemos con suerte a los diez primeros candidatos. ¿No es éste el más abierto y declarado de todos los fraudes electorales?  Y cuando las papas queman como sucede con el campo, aparecen ineptos y contratados varios “que defienden al gobierno frente al golpismo de la oposición, de la oligarquía terrateniente y avara...”  reeditando lo más recalcitrante del vacío, viejo, triste e histórico discurso de confusas ¿ideologías?, apelando al mandato constitucional de defensa armada del gobierno ¡y nos hablan de progresismo y de mirar hacia el futuro!

Así se dividen las aguas entre “ganadores y perdedores”, “ricos y pobres”, “oficialistas y golpistas”, “peronistas o gorilas”, “derechos y humanos y genocidas” y tanta frase irresponsable y desafortunada, ante audiencias que no son las de aquellas épocas: han pasado algunos años. Resulta entonces morboso y algo sádico -vuelvo a decirlo- que jóvenes que somos quizá nietos de ese oscuro tiempo, seamos bombardeados con “mensajería” vinculada a momentos en los que “la comunicación se cortó, se ocultó, se prohibió, se mató y consumó cuanto crimen pueda imaginarse”, con la intención lisa y llana de confundir, atemorizar con el retorno de impensables fantasmas a públicos que pueden “no conocer” muchos de estos siniestros episodios, por razones más que obvias. Así las cosas, frente al discurso oficial ¡se está a favor o “se es gorila"!

¿Manipular la información para falsear la historia, no es mentir?

A estas alturas es donde dudamos de la legitimación del gobierno, pues que, ciertas mayorías son importantes, pero se debe representar con amplia dignidad a las minorías, sin divisiones simplistas ni enfrentamientos. Es mentira que deba esperarse el “próximo turno”: ¿para qué las elecciones sin quien “gana” hace lo que se le canta, y quien “pierde” debe consentir en silencio? Aquí nuestra indiferencia como ciudadanos comunes frente al atropello, el costumbrismo, nos hacen co-responsables del incierto destino por el que transita el país. De lo que no somos responsables los jóvenes, es de los errores y las “cagadas” del pasado; ahí la importancia de que no nos mientan, para no repetirlas al menos.

¿Qué hacer entonces? Participar activamente, militar, controlar, informarnos y ejercer cotidianamente la SOLIDARIDAD. De esto último sabemos porque somos solidarios frente al  infortunio y la desgracia.

El claro apoyo social al reclamo agropecuario, es otra muestra, quizá novedosa -de profundo alcance y contenido sociológico-, frente a un problema inicialmente sectorial, pero que tiene sus réplicas casi inmediatas sobre el resto de los sectores de la población. Sin embargo, haciendo memoria recuerdo el reclamo del sector docente y la instalación de la primera Carpa Blanca frente al Congreso hace algunos años -como muestra de la dignidad pisoteada y no del uso de los bienes del Estado en favor del aparato del partido oficialista, como ocurre hoy-. Reclamo que no tuvo la misma adhesión con que hoy sí cuenta el campo. ¿Por qué? Creo que no entendimos del todo a “los maestros”, considerando ese reclamo tan legítimo y digno de solidaridad, como el profundo replanteo que de la problemática agropecuaria debe hacerse.

Sabemos de las debilidades de nuestro sistema democrático. Lejos de pensar en golpes como los que han sido, debemos fortalecerla con acciones concretas, comprendiendo las raíces de todo conflicto como primera responsabilidad, para trabajar en busca de soluciones comunes a problemáticas comunes. La solidaridad se practica, no se declama. Su práctica, da LEGITIMIDAD.

 

Emanuel Altuna

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Legitimidad y legitimación del gobierno.

 

¿Cuestionar o discutir la legitimidad del gobierno de Cristina Fernández? No es tiempo ya, ni oportuno el momento. Correcto hubiese sido hacerlo seis meses atrás, denunciando fraude u operaciones obscuras al momento de la elección y el escrutinio de los sufragios.

Entonces a nadie se le ocurriría hacerlo hoy, por lo que expresiones en tal sentido son poco menos que desatinadas. Lo que sí corresponde decir, es que, una relativa mayoría de apoyo del padrón electoral a la propuesta encabezada por CFK, no significa que el resto del electorado -ni funcionarios que representan otras propuestas- deban acatar, acompañar, compartir, las decisiones unilaterales adoptadas por aquella mayoría “a libro cerrado”. A no confundirnos.

Cuando hablamos de nuestra democracia, afirmamos que son sus pilares los partidos políticos, así lo expresa la Constitución Nacional. En la práctica, significa que quien obtiene mayoría de votos, accede al poder ocupando los cargos de mayor importancia, en cada distrito electoral; quienes por el contrario, obtienen porcentajes minoritarios, ocupan los restantes de acuerdo a métodos de representación y proporcionalidad, conformándose un panorama político tanto más heterogéneo, cuanto mayor es la cantidad de fuerzas que participan de la contienda. Esto no determina que el partido que es oficialismo a nivel nacional, lo sea en el resto de las provincias o municipios, por ejemplo.

El peligro -considerando la amenaza para el buen funcionamiento del sistema democrático- se da cuando las mayorías de cualquier partido, resultan ampliamente superiores frente a las fuerzas opositoras, al extremo de contar con quórum propio en Parlamentos (cámaras alta y baja), Concejos Deliberantes, de manera que al momento de tomar decisiones, se impone casi por defecto el voto mayoritario (generalmente “bloquista”) evitando, omitiendo y desestimando la instancia más importante en todo el proceso de gobierno: “EL DEBATE, LA DISCUSION, EL DIALOGO. LA NEGOCIACION, NO EL NEGOCIADO”.

Eso es lo que sucede hoy en Argentina. Y peor aún, es lo que la Sra. Presidente y su esposo, intentan imponernos como “el adecuado funcionamiento de la democracia, el buen rumbo de un modelo nuevo de país, y la única alternativa para vivir con justicia, igualdad y comer a buen precio en cada mesa argentina”. A cambio, sólo tenemos que aceptar las reglas de juego que a dos o tres personas se le antojan, aunque en cada elección votemos por interminables “listas sábanas”, en las que conocemos con suerte a los diez primeros candidatos. ¿No es éste el más abierto y declarado de todos los fraudes electorales?  Y cuando las papas queman como sucede con el campo, aparecen ineptos y contratados varios “que defienden al gobierno frente al golpismo de la oposición, de la oligarquía terrateniente y avara...”  reeditando lo más recalcitrante del vacío, viejo, triste e histórico discurso de confusas ¿ideologías?, apelando al mandato constitucional de defensa armada del gobierno ¡y nos hablan de progresismo y de mirar hacia el futuro!

Así se dividen las aguas entre “ganadores y perdedores”, “ricos y pobres”, “oficialistas y golpistas”, “peronistas o gorilas”, “derechos y humanos y genocidas” y tanta frase irresponsable y desafortunada, ante audiencias que no son las de aquellas épocas: han pasado algunos años. Resulta entonces morboso y algo sádico -vuelvo a decirlo- que jóvenes que somos quizá nietos de ese oscuro tiempo, seamos bombardeados con “mensajería” vinculada a momentos en los que “la comunicación se cortó, se ocultó, se prohibió, se mató y consumó cuanto crimen pueda imaginarse”, con la intención lisa y llana de confundir, atemorizar con el retorno de impensables fantasmas a públicos que pueden “no conocer” muchos de estos siniestros episodios, por razones más que obvias. Así las cosas, frente al discurso oficial ¡se está a favor o “se es gorila"!

¿Manipular la información para falsear la historia, no es mentir?

A estas alturas es donde dudamos de la legitimación del gobierno, pues que, ciertas mayorías son importantes, pero se debe representar con amplia dignidad a las minorías, sin divisiones simplistas ni enfrentamientos. Es mentira que deba esperarse el “próximo turno”: ¿para qué las elecciones sin quien “gana” hace lo que se le canta, y quien “pierde” debe consentir en silencio? Aquí nuestra indiferencia como ciudadanos comunes frente al atropello, el costumbrismo, nos hacen co-responsables del incierto destino por el que transita el país. De lo que no somos responsables los jóvenes, es de los errores y las “cagadas” del pasado; ahí la importancia de que no nos mientan, para no repetirlas al menos.

¿Qué hacer entonces? Participar activamente, militar, controlar, informarnos y ejercer cotidianamente la SOLIDARIDAD. De esto último sabemos porque somos solidarios frente al  infortunio y la desgracia.

El claro apoyo social al reclamo agropecuario, es otra muestra, quizá novedosa -de profundo alcance y contenido sociológico-, frente a un problema inicialmente sectorial, pero que tiene sus réplicas casi inmediatas sobre el resto de los sectores de la población. Sin embargo, haciendo memoria recuerdo el reclamo del sector docente y la instalación de la primera Carpa Blanca frente al Congreso hace algunos años -como muestra de la dignidad pisoteada y no del uso de los bienes del Estado en favor del aparato del partido oficialista, como ocurre hoy-. Reclamo que no tuvo la misma adhesión con que hoy sí cuenta el campo. ¿Por qué? Creo que no entendimos del todo a “los maestros”, considerando ese reclamo tan legítimo y digno de solidaridad, como el profundo replanteo que de la problemática agropecuaria debe hacerse.

Sabemos de las debilidades de nuestro sistema democrático. Lejos de pensar en golpes como los que han sido, debemos fortalecerla con acciones concretas, comprendiendo las raíces de todo conflicto como primera responsabilidad, para trabajar en busca de soluciones comunes a problemáticas comunes. La solidaridad se practica, no se declama. Su práctica, da LEGITIMIDAD.

 

Emanuel Altuna

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

        

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

        

 

 

 

 

publicado por elmartillo a las 18:56 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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