Hordas beligerantes tomaron por asalto las calles aledañas a Plaza de Mayo en Buenos Aires, como así también las del Monumento Nacional a la Bandera, en la santafesina Rosario, pasadas las 24:00 horas del día 25 de marzo, a tan sólo una luna del “Día Nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia”. Matones en claro apoyo al gobierno encabezado por Cristina Fernández salieron al encuentro de quienes, con una pasividad inusitada se encontraban en aquellos sitios desde hacía ya varias horas: autoconvocados, jóvenes estudiantes y familias con sus hijos pequeños en un gesto poco común en estos últimos tiempos, solidario con el reclamo del sector más importante de la economía nacional y en repudio al histriónico, iracundo, soberbio y falaz discurso de la Sra. Presidente de los argentinos y reeditando un modo de protesta que ya creíamos -o nos habían hecho creer- superado el criollo “cacerolazo”.
Recordamos las más duras intervenciones de estas fuerzas de choque hacia finales de 2001, en circunstancias también duras para el país, y arengadas, bancadas y financiadas por más de uno de los actuales funcionarios del gobierno que en aquellos días fueron mentores y artífices de la desestabilización de un gobierno debilitado y sumido en una crisis acumulativa producto de los grandes procesos de desnacionalización y entrega del gobierno de Carlos Menem (del que también formaron parte) y que hoy, lejos de buscar bajar el voltaje y calmar los ánimos caldeados del clamor popular, redoblan la apuesta: pero ésta vez desde el poder, con todo el aparato estatal por espalda y dispuestos a emplear los mismos medios que hacía tan sólo un día atrás, repudiaban en actos oficiales desde la ESMA entre otros, donde la violencia y la represión a la libre expresión del pensamiento fue la paradoja del destino de muchos inocentes argentinos.
Doble discurso, sectarismo, mentiras, Derechos Humanos discrecionales, mistificación y mitificación de algunos acontecimientos oscuros de la historia, justificación de ciertos crímenes y una vocación profunda por ser dueños absolutos de la Verdad última y absoluta, sumado a la incapacidad intencionada para el diálogo y un excelente manejo de los modos discursivos sin embargo (que puede traer al recuerdo de aquellos que gustan de la historia a más de un dictador de la antigua Roma), herramientas que sólo contribuyen a la construcción de un modelo pronto a naufragar en las aguas del bochorno y el caos, y en el que nuevamente será el pueblo argentino quien pague los platos rotos, los platos robados de la vajilla nacional.
Y es que sencillamente, no se puede pensar en pleno siglo XXI que gobernar es tener la última palabra. Tampoco se puede pretender que todos piensen del mismo modo, que se marche como ovejas si no vienen los azotes y garrotazos ¿Cómo explica Sra. Cristina lo de D’elía? ¿Trabajan las mafias piqueteras para el gobierno? ¿Son una especie de ejército del orden popular con financiamiento estatal, con aportes de toda la sociedad incluyendo al campo? ¿Moyano y su gremio de ¡camioneros! son la fuerza antiprotestas, los guardianes del camino o una patota de criminales a sueldo, también pagada con dinero de los argentinos? ¿O forma parte de los gobiernos inaugurados por el general Perón (Memoria: no olvidar la nefasta creación de este hombre llamada AAA con la inestimable colaboración del innombrable Brujo), contar con aparatos represivos en estrecha vinculación con el gobernante a efectos de calmar a los rebeldes, los insurrectos: “¡los sencillos trabajadores y ciudadanos que reclaman por la dignidad de su trabajo!”?
Es una vergüenza para los argentinos llegar al año del 25º aniversario de la recuperación democrática con estos bochornosos sucesos ilustrando la pantalla, difundiéndose por radios y viajando por el mundo instantáneamente por los infinitos canales de Internet.
Sra. Cristina: Ud. no gobierna como dice para todos; sólo lo hace para algunos pocos que se creen enviados divinos y sólo pretenden y aceptan loas y aplausos, aún estando equivocados.
Emanuel Altuna
