Piquetes de la abundancia, oligarquía golpista y cacerolas V.I.P.
A poco más de un mes de la eclosión del conflicto entre el gobierno nacional y el campo, motivado por la implementación de las inoportunas retenciones a la exportación, quiero reflexionar sobre algunos de los dichos y frases conque nos han bombardeado durante el período de tiempo mencionado.
Ahondar acerca de los discursos de Cristina Fernández, sería poco más que infeliz a esta altura. Baste con decir que han sido impropios de un Jefe de Estado, provocativos, anacrónicos y violentos, hasta el ya común exceso en el ejercicio de la peor de las violencias: “la mentira”. Mucho ha violentado, pues, la Sra. Presidente de la Nación a su pueblo. Ha mentido sistemática y reiteradamente en sus dichos, parcializando, retaceando y tergiversando información, con la pretensión de enfrentar en una guerra absurda a quienes están de un lado o del otro; a quienes apoyan el reclamo agrario o son alcahuetes de su gobierno (desde legisladores nacionales y provinciales, pasando por gobernadores, hasta llegar a intendentes -todos “K”-, respetando el escalafón verticalista del partido de origen de la mayoría de estos “kanallas”, por supuesto).
Deliberados han sido entonces los reiterados ataques a quienes, cansados ya de la sordera presidencial -característica desde los tiempos en que su esposo Néstor era el Presidente-, decidieron, no mediante el más feliz de los métodos pero sí el más efectivo (corte de rutas), manifestar su descontento con la arbitraria medida gubernamental, ganándose así y en clara alusión a absurdos no meditados (como lo es decir que los productores andan todos en vehículos 4x4) el mote de “piquetes de la abundancia”. ¿De qué abundancia habla Sra. Presidente? Sería ingenuo pensar que no haya algún que otro “vivo” beneficiado con este reclamo, pero meter a todos en la misma bolsa sin medir las consecuencias ¿no le parece una equivocación grave en boca de alguien que ha sido honrada con tamaña investidura? ¿Que opina Ud. acerca de que aquí, en Entre Ríos, se diga que una de las patas de su gobierno y el modelo kirchnerista, Hugo Moyano (máxima figura del gremio Camioneros y quien levantó un contrapiquete en Ceibas poniendo a matones “al cuidado de la ruta”) posee tierras como tantos otros funcionarios, que cubren una superficie de por lo menos 7.000 ha.? Tal vez no lo sabía, o sí; o, lo sospechaba, pero no... Déjeme dudar, soy un irremediable incrédulo. Bueno, no tanto; “no creo en quienes, como el tero, ponen el huevo aquí pero hacen ruido más allá”.
Tampoco dosificó su artillería dialéctica de elaborados y rebuscados entimemas para referirse y descalificar a los representantes de las principales entidades agrarias argentinas. Fue así que trató en un ejercicio de “memoria parcial e incompleta” (¡otro vicio kirchnerista!) de “oligarquía golpista” a las cabezas visibles de Federaciones, Cámaras e Instituciones, mucho más grandes y numerosas que la figura de un simple hombre, llámese éste Buzzi, Llambías, Miguens o nuestro paisano entrerriano, De Ángeli. Y eso a pesar de contar con “fuerzas paraciviles de choque”, como las huestes encabezadas por el impresentable D’elía, funcionario también de este gobierno, cuidador de plazas argentinas, abierto violador de la propiedad privada, “quemador” de comisarías y “cuasi boxeador” oficialista.
Pero lo más sorprendente fue sin dudas que haya calificado de “caceroleros de Barrio Norte o Palermo” y en un tono tan despectivo, a quienes luego de su primer discurso decidieran manifestarse en contra de su soberbia desmedida, desempolvando aquellas cacerolas de 2001 (la melodía era la misma), las que fueran recibidas con beneplácito por quienes en vez de irse al son del “que se vayan todos”, continuaron ocupando cargos, lo hacen en este gobierno y seguramente, lo seguirán haciendo por muchos años; las mismas cacerolas que hoy la molestaron Sra. Presidente por ser de teflón, “caras”, no espontáneas, etc., etc., etc.
Entonces echó mano al último recurso: “la eterna lucha de clases”; enfrentó a supuestos ricos y señoras bien, contra supuestos pobres (¡las huestes violentas de Pérsico y D’elía!). Pero no se dio cuenta Sra., como ahora gustan llamarla “CFK”, que en esa plaza estaban esos seres a los que los gobiernos autoritarios y autosuficientes no quieren: “la clase media”. O siempre lo supo, y por eso aplicó aquel trillado y ominoso recurso. La clase media que es siempre el termómetro de lo que ocurre en la sociedad, la que no funge, no transa, no se compra ni vende. La que ha puesto en el pasado y pondrá también en el futuro a sus mejores hombres, para luchar contra el poder y la corrupción de los ricos, y lo hará en defensa de los humildes y los pobres.
La que resiste, a pesar de todos los atropellos e intentos por aniquilarla a fin de manejar a gusto “los piolines de la marioneta general”, frente a “quien ha marcado las barajas y recibe siempre la mejor, con el as de espadas nos domina y con el de bastos entra a dar, y dar y dar”, el mismo, sí, “que se roba lo que es nuestro con el guante de disimular”...
Esa gente, Sra. Presidente, salió a apoyar al campo. Muchas de esas personas depositaron en el gobierno de Kirchner sus esperanzas, pero se han cansado también de la soberbia y el sectarismo, de la ausencia e incapacidad para el debate y el diálogo de su gobierno, continuidad del anterior. Y esa gente, Sra., golpeó “sus ollas caras” porque las compró con el esfuerzo del trabajo diario, nadie les pagó o puso precio sobre su conciencia para estar allí, a diferencia de... ya conocemos la otra historia.
Entretanto y como si lo anterior fuese poco, se dio tiempo para acusar a un reconocido dibujante de enviar “mensajes casi cuasi mafiosos” y desató la polémica al reflotar el Observatorio de Medios con fines todavía confusos o muy poco claros.
Debería, en ejercicio de autocrítica, pensar lo sucedido en este tiempo del que ha sido protagonista estelar. El pueblo se lo demanda, y demás está decir, no le vendría nada mal hacerlo.
Emanuel Altuna
